07 febrero, 2010

COHERENTES

Hombre en una hamaca - Gleizes

Somos esclavos de la simulación, de aparentar lo que difícilmente llegaremos a ser. Vivimos personificando una imagen que nos proponga ante los demás, aún cuando ésta sea una coraza o una máscara, y, a juzgar por el tiempo y la energía que dedicamos a este propósito, se diría que nos va la vida en ello.
Por esto admiro profundamente a quienes luchan por ser coherentes. La coherencia entre lo que uno siente, piensa y hace es el fundamento de su libertad. Sin embargo, el que la persigue parece condenado a peregrinar en solitario. Y, justamente por lo caro que resulta el peaje, cada cual renuncia a su autenticidad y se acomoda a los usos de una sociedad que, paradójicamente, cuanto más promete integrarle, más le aísla...
Tal vez por ello, la coherencia no es un valor en alza. Y mucho menos en este tiempo de necias y hueras servidumbres, en el que difícilmente encontraremos a alguien que esté a la altura de su retórica.
 
ir arriba