22 marzo, 2009

EL PERE

Homenaje a Gogol - Chagall

Mi amigo Pere nació con la primavera de hace medio siglo, y he aquí que lo celebro con él y los suyos, en Barcelona. Aperitivo en su casa de Muntaner, comida en L’Oliana, calle Santaló. Allí hemos sido invitados, su familia y tres parejas de amigos; es decir, dos parejas, mi ex y yo. La protocolaria asignación de lugares me sitúa entre Toño Fernández (Fer), celebrado humorista gráfico que edita sus inconfundibles viñetas en Avui y en El Jueves; antes en El Papus, etc. y su mujer, Virginia Mascaró. Fer es un tipo con una dilatada carrera que arranca en los años previos a la Transición. Aparentemente tímido, sutil y agudo observador, tiene una gran visión periférica; se lo digo y calculamos con humor las imprevisibles consecuencias que puede tener el querer estar-a-todas. Hemos coincidido en varias ocasiones y sé que nos tenemos un mutuo aprecio. Fer me comenta lo sentido que está por la muerte de su amigo, el actor Pepe Rubianes. Se le van cayendo varios de la agenda, gente como Jaume Perich, Manolo Vázquez Montalbán y otros. De algunos de ellos conserva sus SMS en el teléfono y le digo que no los borre. Fer es leonés, y ejerce y se le nota, a pesar de toda una vida en Catalunya. Su mujer, Virgínia tiene un dulce encanto, además de un fuerte acento mallorquín. Se interesa por mi blog y por la novela que tengo escrita. Entonces Lilí, la mujer de Pere, entra en la conversación y me pone más arriba de lo que yo me siento: «Es una pasada, escribe fenomenal.» Cuando le suelto que no es para tanto, dice que siempre me quito importancia. «El Juanan té vergonya», le informa. Pues quizá. Quizá esa mínima vergüenza... y un notable pudor. También hablamos de política. Desde que llegué hace un par de días a Barcelona, no cesan de preguntarme por esa extraña e inaudita coalición PSE-PP que parece ir a desbancar al nacionalismo conservador, después de treinta años de hegemonía. Les resulta difícil entender un pacto de esta naturaleza, y les digo que es difícil concebir la política vasca, si no se tiene en cuenta el peso específico de ETA. Virgínia, periodista, me pregunta a bocajarro a quién he votado. Y, claro, yo le contesto. Le digo que provengo ideológicamente de la malograda Euskadiko Ezkerra... y blablablá. Enric, que está frente a nosotros, se interesa y mete baza. Es un tipo afable y grandullón, con pinta de buena gente, casado con Amaya Hervás, vasca y psicóloga, como el menda, nacida el mismo día del mismo mes del mismo año que yo. Hemos celebrado la coincidencia con una copa de cava, en algún momento de los postres.
Por lo demás, Pere ha recibido mucho cariño estos días, y cabe el gozo de haber participado, de ser testigo de ello. Lo necesita, además, porque su trabajo se ha resentido enormemente con esta crisis que asola el país y medio planeta. Espero que reflote lo suyo, porque las cosas están realmente muy mal.
En fin, la comida ha sido del agrado de todo el mundo, y el vino (un Casajús) ha merecido. No ha habido discursos, ni Pere los deseaba. Dicho todo lo cual, una vez terminada la sobremesa, nos hemos retirado, cada quien a lo suyo. Ha sido bien grato estar con mi gente catalana, entre la que tan bien y bien tratado me he sentido siempre.
 
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