16 noviembre, 2008

SOBRE ESCRIBIR

El asesino amenazado - Magritte

Decía Oscar Wilde que no existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo bien. Supongo que casi cualquiera puede estar de acuerdo con él.
Fue Blaise Pascal (creo) quien se disculpó en una ocasión ante algo que había escrito, comentando que había hecho una carta más larga que lo usual, porque no tenía tiempo para hacer una más corta. Eso es tener una dimensión bien real de lo que supone sintetizar, desde luego.
De mayor calado es la entrañable imagen que sugería el venerable José Luis Sampedro, cuando afirmaba que uno escribe a base de ser minero de sí mismo. Qué metáfora tan bella...

Y Manolo Vázquez Montalbán, agudo e inteligente como era, dejó este aviso para navegantes:
El escritor es la chica del bar y el amante de la chica del bar, el gánster y el policía, el homosexual y el fascista, la víctima y el asesino. El asesino de mi novela es el escritor; es decir, yo. Y si no soy detenido en las horas que siguen a esta revelación es que ya no puedes fiarte ni de la literatura.
Genial, ¿no os parece?

 
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