Del 27 al 29 de marzo se celebró el IV Congreso de
«Desde que las insignias se llaman pins, las comidas frías lunchs y los repartos de cine castings, este país nuestro es muchísimo más moderno. Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los empresarios hacían negocios y no business, y los obreros, tan ordinarios ellos, sacaban la fiambrera en vez del tupper. Nadie es realmente progre, si al día no dice cien palabras en inglés, que es como todo suena chic. Ciertamente, no es igual decir plum-cake que bizcocho, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap. Como que ya no tenemos sentimientos, sino fellings. Y sacamos tickets, comemos sandwiches, practicamos rappel, trekking y rafting y, cuando llega el frío, nos limpiamos los mocos con kleenex.
»Esos cambios, tan influyentes en nuestras costumbres, han mejorado también nuestro aspecto. Las mujeres ya no usan medias, sino panties y los hombres no llevamos calzoncillo, sino slip o boxer, y tras afeitarnos nos damos after shave, que refresca más que el tónico. El español moderno ya no corre (que correr es de cobardes), pero hace footing; no estudia: hace masters. Para él, el mercado es marketing, el autoservicio un self-service, el escalafón es ranking y su representante un buen manager. Los auriculares: walkman, los puestos de venta: stands, los ejecutivos: yuppies, las niñeras: baby-sitters... y hasta nannies, cuando el hablante moderno es, además, un pijo irredento. En la oficina, el jefe está siempre en meetings o brain-storms, te lo dice su public-relations, mientras la assistant envía mailings y organiza trainings. Luego el boss se irá al gimnasio a hacer body-pump, y se topará con las de la jet, tan amantes del fitness y de hacerse liftings.
»¿Tendrá que ser así? El arcaico aperitivo dio paso al cocktail. Alguien de la radio, trabaja en un magazine, no en un programa. En la tele, cuando el speaker dice varias veces OK y baila como un trompo por el escenario, el asunto se llama show, algo bien distinto del vetusto espectáculo, que será heavy si contiene carnaza y reality si destripa la vida real, pero en moderno. Luego no pondrán anuncios sino spots, que te permiten hacer zapping.
Por modernos, que no quede. Para quitarnos el complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, sólo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: Siesta. Ah, sí, perdón: ¡y paella!»