31 mayo, 2008

LA DEGLUCIÓN - Juan Yanes

Le iene - Galliano

Nadie sabe lo que puede un cuerpo.
B. Spinoza

«Decía el informe que la secuencia axial mostraba un cartílago excéntrico de aspecto protuberante en ambos cuernos, anterior y posterior, con una concavidad irrisoria indemne del cuerpo delicuescente anterior. Decía que había rotura oblicua de grado II del cuerno histriónico de carácter metafísico. Los ligamentos oblongos, anterior y posterior, y laterales aparecían dislocados, formando un dédalo, encontrándose fisuras retroparietales con líquido de coloración de gules tornasolados. Decía que había plicas de conglomerados orgánicos en los recesos laterales. Decía que la rótula mostraba una lesión crónica, como consecuencia de una degeneración erosiva condrial en edema patelar, sin subluxación valorable, con lesión parcial de tendinitis del cuadricipital e indemnidad del rotuliano, sugestivo de condriopatía moderada...

»No pude seguir leyendo el informe. Me quedé hipnotizado por aquella sucesión misteriosa de palabras. Empecé a darme cuenta de la verdadera naturaleza de la escritura fantástica. Fue entonces cuando me saqué el menisco con los dedos y me lo comí. Tenía un sabor amargo y su consistencia era la de una lámina de vidrio.»

Texto de Juan Yanes, publicado en su genial Máquina de coser palabras.

25 mayo, 2008

SIN URGENCIAS

Los novios - Antonio López

(Dirás que soy una tontorrona o que me hago la niña, porque te pido que me vuelvas a contar cosas. Lo dirás una vez más y no me importará escucharlo de tus labios, ver bosquejarse la sonrisa que entreabre tu boca.)
—Pareces una niña pequeña. Si te lo he contado mil veces...
(¿Ves? Lo has dicho: una niña. Y a mí me gusta oírlo; que me lo digas de nuevo. Como aquello del cosquilleo que se te ponía en el estómago, cuando quedábamos para vernos, y terminábamos conquistando rincones urbanos en los que besuquearnos a hurtadillas...)
—¡Mil veces!... Venga, no te pases tío. Anda, ¡cuéntamelo!
—Hacía lo imposible por estar contigo.
—¿En serio?
—Aunque fueran cinco minutos.
—Y qué más.
—Me dirás que no te acuerdas...
(Claro que me acuerdo.)
—De qué.
—Pues de eso, chica: de lo que tantas veces te he contado.
—¿Y ahora?
—Ahora lo llevo con otra serenidad.
—Por la edad.
—Por el tiempo que ha pasado y por lo que hemos compartido.
—Yo también. Me siento más tranquila...
—Sí, sin urgencias.
—Pues, ¿sabes qué? Que también me gusta cómo es ahora. Y creo que esto es así por la manera en que ha sido antes.
—Seguramente.
—Pero me gusta recordar. Y al recordar me siento más cerca de ti, te noto más dentro. No sé...
—¡Ay, estas mujeres...!
(Me habrás puesto los ojos en blanco y yo te daré un amistoso codazo y caminaré a tu lado, cavilando que sí, que es cierto, que casi sin darnos cuenta hemos dejado de lado las premuras. Y, entonces, te diré lo importante que sigues siendo para mí...)
—¿En qué piensas ahora?
—En que eres un granuja, chaval.
—Por cierto, yo también te quiero.
—¿Lo ves?: Un bicho.
(Gracias por contármelo, una vez más. Será así como dices, sin urgencias, pero suena tan bien...)

18 mayo, 2008

IDENTIDADES

1fk - Toffoletti

Me llama la atención constatar que, de algún modo, el camino hacia la identidad personal se plantee como una tensión permanente entre el deseo de libertad y la demanda de seguridad. Parece que ambas aspiraciones se invadan mutuamente, disputándose nuestra vida interior en una lucha sin cuartel. Y este es un asunto que me preocupa y al que vengo dando vueltas desde hace un par de siglos.
El psicólogo norteamericano de impronunciable apellido, Mihaly Csikszenmihaly
, relaciona la libertad con la diferenciación y la demanda de seguridad con la integración. Según él, una personalidad madura es el resultado de estos dos procesos psicológicos: La diferenciación implica un movimiento que se dirige hacia uno mismo, hacia la originalidad y, en este sentido, hacia la separación de los demás. La integración, por el contrario, es el movimiento opuesto: uno sale de su ser individual y, de un modo centrífugo, tiende hacia la unión con otras personas, con ideas y entidades que existen más allá de sí mismo. Según el autor de Flow, ambos movimientos son necesarios y deben guardar entre sí un equilibrio.
Intuyo, después de todo, que una personalidad rica y compleja es la que consigue combinar ambas tendencias sin desgarrarse; armonizarlas, por opuestas que entre sí sean... La identidad de uno depende en cierto modo de esta elasticidad y hace que que ese uno sea quien realmente es: un ser único e irrepetible.

11 mayo, 2008

A VUELA PLUMA

Dos cabezas - Guayasamín

CRUDAMENTE
Lo siento terriblemente —le confesó—:
En realidad estoy enamorado de tu ausencia.

UN SARCASMO
Era un desdichado. Lejos de sonreírle,
la vida se le carcajeaba.

EVIDENCIA
Hoy he visto a un hombre con la mano agujereada. Era un mendigo,
y lo sé porque en su hueco cabía una moneda.

CARPANTA INSACIABLE
Comía con la vista. Tras una somera exploración,
el oftalmólogo diagnosticó un Síndrome de Diógenes en su retina.

SIN PROBLEMAS, HOUSTON
Ni siquiera supo que perdía definitivamente
toda conexión con la Tierra.
Absurdos, los pensamientos erraban
felizmente ingrávidos por la mente del astronauta.

PRESUNTUOSO
Me encanta definir las cosas. Por ejemplo, el amor:
El amor viene a ser eso, digamos que no es que yo, pero bueno;
o sea que vaya de algún modo en fin.


04 mayo, 2008

UNA RICA RECETA

Bodegón con peces - Isidro

No pretendo rivalizar con mi amigo Modes Amestoy, todo un experto en la materia, pero la cocina me gusta. Cuando uno ha crecido en un país en el que, desde tiempos inmemoriales, se rinde culto tanto al hecho de preparar la comida como al de degustarla, la verdad es que no tiene gran mérito confeccionar media docena de platos. Esto es lo que yo hago, que nadie se lleve a engaño. Con productos saludables y de temporada (esto sí: salpimentados con cariño), se pueden hacer pequeñas y sencillas delicias.
Hace un tiempo improvisé la receta que hoy os paso. Como no requiere grandes preparativos, ni tiene mayor secreto, cualquier día es bueno para prepararla.

Ingredientes para 4 comensales:
· 1 merluza o pescadilla
· 350 gr. de setas
· 1 calabacín
· 2 dientes de ajo
· 1 guindilla seca
· Aceite de oliva virgen
· Sal

Poned a fuego medio una sartén con un poco de aceite, dos dientes de ajo fileteados, una punta de guindilla o cayena y las setas cortadas (de cultivo, como los Pleurotus Ostreatus), para que se vayan haciendo. Mientras tanto, en la fuente de horno echad el aceite y extended un lecho de calabacín sin pelar, que previamente habréis pasado por agua, secado con un trapo y cortado en láminas finas.
Encended el horno a 180º y, mientras se calienta, podéis introducir ya la fuente con el calabacín para que se vaya haciendo. Cuando lleve diez minutos, sacad el recipiente y colocad la merluza, abierta y convenientemente salada, sobre la base de calabacín y esparcid las setas, que habrán de estar ya prácticamente cocinadas.
Tenedlo entre 16’ y 20’ en el horno (según vuestro gusto) y servidlo caliente, a ser posible con un chacolí o un vino blanco bien fresco.
Animaos. Os quedará una merluza bien sabrosa y disfrutaréis de un buen plato.
 
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