31 diciembre, 2010

GRACIAS, DE CORAZÓN

Lento nacer - Úbeda

Tras un tiempo de darle vueltas a lo que me ocupa, he decidido entornar la ventana desde cuyo alféizar, cada fin de semana, me vengo asomando a la red. Hace ahora cuatro años que inicié esta singladura y voy a consentirme un pequeño descanso. No sé si serán dos, seis o diez meses los que me ausente. Lo que me atrevo a decir es que no preveo un cierre y que, por eso, hablo de entornar.
Y, así como hice el pasado año, he aprovechado el puente de diciembre para trabajar y dar forma a la nueva edición en libro de El alféizar, en la que he recogido los textos más personales de cuantos he ido editando cada domingo. Aquí lo dejo, como vengo dejando todo, en el éter de esta inconcebible malla que tanto ha modificado nuestras vidas. Aquí queda el trabajo, tanto en papel como (gratuitamente) en formato pdf. A día de hoy más de 350 personas os habéis descargado en vuestro ordenador la primera compilación de estos textos y eso me llena de satisfacción. Como igualmente me recompensa, de un modo difícil de expresar, el esfuerzo que habéis hecho quienes llegasteis a comprar la anterior edición de este libreto o mi novela El sabor de los días. Sinceramente, es mucho más de lo que podía hace no mucho imaginar y os estaré siempre infinitamente agradecido. Entre otras cosas porque, como escribía aquí, asimismo el pasado año, sois vosotras y vosotros los que me venís empujando, no ya a publicar sino, por encima de todo, a seguir escribiendo. Cada visita a El alféizar la interpreté siempre en clave de aliento y por esto, en cierto modo, os debo la disciplina que me exigí para llegar a tiempo a nuestra cita de cada domingo.

Gracias por estar ahí, queridas y queridos amigos; gracias, una vez más, desde el rincón más soleado de mi corazón.

Juanan Urkijo Azkarate.


26 diciembre, 2010

DESPUÉS DE TODO

El estudio - Bazille

«En resumen, podría echar a suertes quién soy o, más bien, quién fui. Es lo mismo. Después de todo, no soy sino la persona que habla. Pero que habla, ¿a quién?»
(Paul Éluard).

Imagino a Miguel Ángel, en su taller, el día en que recibió el enorme bloque de mármol que había encargado. Le veo; veo cómo, ya a solas, se da a observarlo, a acariciarlo, a mimarlo; cómo se arranca a desbastarlo con sus formones y buriles, comenzando quitar de la piedra caliza todo aquello que sobrara en su obra. Restos, fragmentos inútiles, basto jaspe, lo que no fuera La Piedad... Y siempre he pensado que semejante trabajo era asimismo, en otra escala, el mío: Hacerme, labrarme y apartar de mí todo aquello que no fuera mi modesta obra, para dejar únicamente esto, lo que soy...

Cuando pienso en clave de cinceles, tengo presente que en esta tarea de segregar de mí cuanto sobra he tenido ayudas impagables. Gracias a ellas, sigo esculpiendo mi alma, puliendo el detalle, de un modo cada vez menos obsesivo y arrebatado, con mayor sosiego. A día de hoy, no me asaltan mayores prisas. Tomo distancia y perspectiva, me observo y concluyo que soy lo que conozco y lo que ignoro; lo que reprimo y sueño; lo que digo y lo que callo; lo que hago y omito hacer. En parte, cuanto de mí atenazo, transpiro y desgajo fundamenta lo que he ido anotando en las páginas de este cuaderno, primero para mí, después también para contar.

Hago un alto y respiro conscientemente. Pienso en Miguel Ángel y en todos los bellos mármoles pulidos que me han servido de ejemplo. Y lo anoto agradecido, y lo cuento aquí, persuadido de que, lentamente, se va acortando aquella distancia que existía cuando, en un lejano día de mi primera juventud, escribí en una servilleta de papel que, después de todo, «soy un poco lo que soy, y otro poco lo que persigo.»

24 diciembre, 2010

LOS LOBOS

Howling dog - Klee

Cuenta una leyenda del pueblo cherokee que un viejo indio hablaba con su nieto y le decía:
—Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de ellos vive enojado y es violento y vengativo. El otro, sin embargo, está lleno de amor y compasión.
El nieto, inquieto, le preguntó:
—Pero, entonces, abuelo dime: ¿Cuál de los dos lobos ganará esa pelea que se libra en tu corazón?
Y el abuelo, con una tierna sonrisa, le contestó:
—Aquél a quien yo alimente.

19 diciembre, 2010

IGUAL QUE EL AIRE

Mujer - Toffoletti

Por más que consagre una y cien noches a escribir sobre ti, no logro revelar ni el más leve matiz de lo que eres y representas. Lo busco, lo pruebo, y en cada intento se me apodera la certeza de no tener un solo pensamiento original con el que agradecer al cielo la dicha de haberte hallado... Pienso ahora en ello y deambulo por el desierto de este pliego, con la terquedad de un quijote desvariado, viendo cómo la magia de las palabras se me niega cuando persigo distinguirte y anhelo asir del viento el resplandor de vida que tu evocación desprende...
Y me repito a mí mismo: Cómo expresar una vez más que, igual que el aire, siempre estás; que eres el vaho que exhalo con los primeros fríos, y el agua de todas las lluvias que me mojan en otoño, y la luz última que hiende el cielo de este atardecer tan prematuro... Sí, que eres aire y agua, que eres luz, ¡cómo decirlo...! Porque como luz te presiento, sueño y nombro, cuando adivino tu sonrisa en el lago blanco en el que escribo... Y porque luz es incluso tu ausencia, ese otro ingenio tuyo de perdurarte a mi lado, el ardid que te traza en el aire como una nota de violoncelo y alienta mi voluntad más esteparia y me reconcilia con mi modo de ser lo que después de todo soy: un hombre en pie...
Tu luz permanece en mi ronda, tu luz corteja mis pasos y tu luz los guía... Pues así como la luna furtiva se anuncia, deslizando su reflejo en los charcos, lagos, ríos y mares, así tu imagen me frecuenta, indeleble y leal, brillando en cada uno de mis días.

12 diciembre, 2010

ENTRE LOS GALPONES - Frankl

La casa gris - Chagall

Quienes hemos vivido en campos de concentración podemos recordar a aquéllos que caminaban entre los galpones, reconfortando a los demás y dando su último trozo de pan. Pueden haber sido pocos en número, pero ofrecieron prueba suficiente de que al hombre puede serle arrebatado todo excepto una cosa, la última de las libertades humanas: La de elegir su actitud ante una circunstancia dada, la de elegir su propio camino.

De los campos de la muerte al existencialismo, Víctor Frankl

05 diciembre, 2010

LA STANZA

La stanza - Damaride Marangelli

Todo comenzó con aquel cuadro de Damaride, ya le digo. Lo había comprado en una exposición colectiva, en Milán, porque me gustaba la sugerencia de infinitud que me transmitió desde el primer golpe de vista. Un viaje al universo de lo imperceptible, a partir de la reducción a la mínima expresión de una imagen en la que el lienzo que la sostiene es, aparentemente, lo de menos. En fin, para que se haga una idea, se trata de una estancia con un cuadro representando la misma estancia, a su vez con otro cuadro... Lo imagina. Bien; el caso es que al cruzar la sala, en una de cuyas paredes lo había colgado, sentía frecuentemente la necesidad de detenerme ante él. Lo observaba sin ver nada especial... y, sin embargo, algo de aquel lienzo me llamaba poderosamente la atención. Algo, no sé qué, que no alcanzaba a entender. Una, otra vez... Hasta que un día eché mano de la lupa de los sellos, no le he dicho que soy filatélico, y me puse a examinarlo... Entonces descubrí una especie de borrón mínimo que me llevó a coger mi cámara digital y tomar una imagen de aproximación con los tubos de extensión. Esta es otra de mis pasiones, la fotografía. Montando los tres tubos junto al objetivo, conseguí una ampliación extraordinaria. El zoom aplicado en la edición de la imagen hizo el resto. ¡Increíble, lo que descubrí...! En el centro de la pantalla de mi ordenador, es decir en el fondo del lienzo, había una figura humana, de perfil, un hombre ataviado como un caballero renacentista, con melena y mostachos en punta, cubierto con un holgado blusón. Empuñaba la paleta de óleos, frente a un caballete y un lienzo en blanco, tal vez el último cuadro de la serie, pensé... Permanecí estupefacto. De verdad, sólo un virtuoso del miniaturismo podría haber ejecutado aquello con semejante precisión. Una mujer: Damaride. ¡Qué maravilla!, me dije. Qué maravilla...
Y fue curioso: A partir de este singular hallazgo, podría decirle que casi lo olvidé. Casi... porque, tras unas breves vacaciones en el lago de Como, ya el mismo día de mi regreso comencé a tener sensaciones extrañas al moverme por la casa. Sin saber qué era, me encontré una vez más frente el cuadro. Supe que allí había algo diferente, imperceptible, pero diferente. Así es que tomé una nueva fotografía de aquella tela, la amplié en el ordenador... y para mi mayor asombro, créame: ¡el pintor ya no estaba! ¿Cómo podía ser...? ¡Había desparecido! Quedé boquiabierto, comparando durante minutos las imágenes obtenidas con apenas un mes de diferencia: La que le he descrito y esta reciente, en la que, aquel lienzo en blanco de la primera, ahora era la representación de una nueva estancia, réplica de las anteriores... Imagine mi turbación. El cuadro de Damaride desde entonces se convirtió para mí en una auténtica pesadilla. Más cuando, aquella misma tarde, comencé a presentir que no estaba solo en la vivienda, que allí había otra... presencia. Perdone, me falta el aire... Ufff...! Un día, exhausto, terminé envolviendo el cuadro en una sábana vieja y guardándolo en el fondo del trastero. Total, para nada. Seguí y sigo igual de desazonado, con este insomnio que me martiriza... Y, fíjese en lo que le digo, por las noches he comenzado a pintar. Sí, a pintar obsesivamente. Pinto ruidos, los ruidos de la madera que piso, los de las puertas que se cierran y... Usted me cree, ¿verdad...? A veces siento que algo me atraviesa, que mi pulso se desdobla. Permanezco por segundos terriblemente agitado y es que ni mi propia respiración parece pertenecerme. Por increíble que le parezca, aquel hombre... Aquel hombre me habita. Sí, tengo la plena certeza de que es así. Por eso he venido. Y porque estoy desesperado, como no puede imaginar. Se lo ruego, ahora dígame lo que piensa... Porque usted entiende de esto y me va a ayudar, ¿verdad, doctor
?

( La web de Damaride: http://damaride.blogspot.com )
 
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