Llegará un día en el que, por más que uno de los dos quiera, no nos podremos abrazar. Ese día, que quiero suponer todavía muy lejano, sin embargo llegará. Llegará y, entonces, tu pecho y el mío se sentirán huérfanos de calor; unos brazos, tal vez los tuyos, quizá los míos, se verán desfallecidos, anhelando estrechar contra sí a quien, de los dos, ya no esté.
Esta simple reflexión, este pensamiento fugaz como el tiempo que me lleve pasarlo al papel, una vez más me asalta y me toma, me empuja nuevamente hacia ti. Hacia ti, tan importante en mi vida; hacia ti que eres uno de casa, cualquiera de los míos, de la gente bendita con la que me juego los cuartos, desde hace un largo trecho, sobre este camino pedregoso que nos es tan familiar y común.
Por esto, hoy, mientras esos días de irremediables ausencias se demoran, quiero robarte medio minuto. El tiempo justo que me llevará abrazarme a ti, para sentir tu respiración y tu energía, tu aliento. Déjame que te disfrute, que sea plenamente consciente del calor que me das y que, yo también, te deseo trasmitir. Un intenso afecto nos acerca, nos funde. Y eso es realmente grande. Dime: ¿no crees que sienta francamente bien cogerse? Pues ven, no perdamos tontamente otra oportunidad. Déjame que la apure, antes de que este momento se disipe... y las urgencias nos invadan de nuevo, haciéndonos relegar los pequeños detalles que tanto sentido dan a nuestras vidas.
Ven, antes también de que llegue ese día en que ya no lo podamos hacer... Démonoslo ya, enteramente, un abrazo.
Por esto, hoy, mientras esos días de irremediables ausencias se demoran, quiero robarte medio minuto. El tiempo justo que me llevará abrazarme a ti, para sentir tu respiración y tu energía, tu aliento. Déjame que te disfrute, que sea plenamente consciente del calor que me das y que, yo también, te deseo trasmitir. Un intenso afecto nos acerca, nos funde. Y eso es realmente grande. Dime: ¿no crees que sienta francamente bien cogerse? Pues ven, no perdamos tontamente otra oportunidad. Déjame que la apure, antes de que este momento se disipe... y las urgencias nos invadan de nuevo, haciéndonos relegar los pequeños detalles que tanto sentido dan a nuestras vidas.
Ven, antes también de que llegue ese día en que ya no lo podamos hacer... Démonoslo ya, enteramente, un abrazo.