Lento Nacer - Agustín Úbeda
No hay nada más lejos de mi intención que convertir esta página en una especie de recurrente obituario, pero los acontecimientos, de algún modo, me vienen a encarecer el obligado recordatorio de hoy. La casualidad quiso que Modest Cuixart y Agustín Úbeda, dos de los pintores españoles actuales que más admiro, no sólo nacieran en el mismo año (1925) sino que también fallecieran con apenas un mes de diferencia. Si hace bien poco recordaba al primero, hoy traigo aquí a Úbeda, que ha muerto el pasado día 27 de noviembre, muy cerca de cumplir su 83 aniversario.
Tuve el placer de conocerle personalmente, hace ahora siete años, en la que fue su segunda exposición en la galería de Aitor Urdangarín, de Vitoria. Me pareció una persona afable y campechana, que tenía un modo de pintar, un poco al estilo onírico y casi surrealista de Chagall que, desde que fui conociendo su obra, me encantó. Lo suficiente como para centrar mis esfuerzos (económicos) en adquirir uno de sus cuadros, algo que llegó algún tiempo después. Y es que el regalo que me hice hace una década, por dejar de fumar, fue el de dedicar todo aquel dinero que ya no gastaría en tabaco, a darme el capricho de tener algo que siempre me ha cautivado: la pintura. Úbeda fue mi primer objetivo cumplido, y por esto, también, le guardo un especial cariño. A raíz de aquella compra, mantuve cierta relación con él (nos felicitábamos las navidades) y precisamente guardaba la ilusión de volverle a ver... porque en este mes de diciembre está prevista la inauguración de una nueva exposición suya en la galería de Aitor. Lamentablemente, Agustín Úbeda ya no estará en la presentación, como en otras ocasiones, tomando un vino y departiendo con sus admiradores. Permanece su obra, en un montón de paredes, de galerías y museos (más de 60) del mundo.
En su recuerdo, me complace enormemente incluir en esta página una fotografía del cuadro suyo que tengo en casa: Lento Nacer.
Post Scriptum: Hoy es 3 de diciembre y al abrir El Alféizar me he emocionado al ver, entre otros, un cálido comentario de Coral, hija de Agustín Úbeda. Como no quiero que pase inadvertido, porque en él va transcrita la hoja que se leyó en su incineración, la he sacado de su sitio para compartirla con quienes os acercáis hasta aquí.
Hoy nos miran tus cuadros, tus hombres barrocos, tus mujeres desnudas, tus pájaros solemnes y tus flechas, que señalan hacia el infinito y hacia cada uno de nosotros y nos dicen, y nos gritan, que estás dulce, que estás explorando nuevos colores, nuevas formas, nuevas vidas. Tu vacío lo llenarán tus cuadros, porque en cada pincelada estás tú, más infinito que nunca, más genio que nunca, más sabio que nunca… Allá donde estés queremos decirte que te queremos, que sólo nos queda el consuelo de tu arte… pero todavía, y de momento no nos es suficiente, te echamos YA tanto de menos… Mándanos mucha energía, que la necesitamos, VUELVE y termina tu cuadro… En estas circunstancias seguro que tendría alguna palabra ingeniosa que nos haría reír, que nos haría reconfortarnos, tenía un don especial para hacerse querer…
Tu mujer, tus hijos, tus hermanos, tu familia y amigos te queremos y te tendremos siempre con nosotros. Siempre nos quedará tu arte y tu amor… Besos con sabor a pasteles de chocolate.
Coral.
Tuve el placer de conocerle personalmente, hace ahora siete años, en la que fue su segunda exposición en la galería de Aitor Urdangarín, de Vitoria. Me pareció una persona afable y campechana, que tenía un modo de pintar, un poco al estilo onírico y casi surrealista de Chagall que, desde que fui conociendo su obra, me encantó. Lo suficiente como para centrar mis esfuerzos (económicos) en adquirir uno de sus cuadros, algo que llegó algún tiempo después. Y es que el regalo que me hice hace una década, por dejar de fumar, fue el de dedicar todo aquel dinero que ya no gastaría en tabaco, a darme el capricho de tener algo que siempre me ha cautivado: la pintura. Úbeda fue mi primer objetivo cumplido, y por esto, también, le guardo un especial cariño. A raíz de aquella compra, mantuve cierta relación con él (nos felicitábamos las navidades) y precisamente guardaba la ilusión de volverle a ver... porque en este mes de diciembre está prevista la inauguración de una nueva exposición suya en la galería de Aitor. Lamentablemente, Agustín Úbeda ya no estará en la presentación, como en otras ocasiones, tomando un vino y departiendo con sus admiradores. Permanece su obra, en un montón de paredes, de galerías y museos (más de 60) del mundo.
En su recuerdo, me complace enormemente incluir en esta página una fotografía del cuadro suyo que tengo en casa: Lento Nacer.
Post Scriptum: Hoy es 3 de diciembre y al abrir El Alféizar me he emocionado al ver, entre otros, un cálido comentario de Coral, hija de Agustín Úbeda. Como no quiero que pase inadvertido, porque en él va transcrita la hoja que se leyó en su incineración, la he sacado de su sitio para compartirla con quienes os acercáis hasta aquí.
Hoy nos miran tus cuadros, tus hombres barrocos, tus mujeres desnudas, tus pájaros solemnes y tus flechas, que señalan hacia el infinito y hacia cada uno de nosotros y nos dicen, y nos gritan, que estás dulce, que estás explorando nuevos colores, nuevas formas, nuevas vidas. Tu vacío lo llenarán tus cuadros, porque en cada pincelada estás tú, más infinito que nunca, más genio que nunca, más sabio que nunca… Allá donde estés queremos decirte que te queremos, que sólo nos queda el consuelo de tu arte… pero todavía, y de momento no nos es suficiente, te echamos YA tanto de menos… Mándanos mucha energía, que la necesitamos, VUELVE y termina tu cuadro… En estas circunstancias seguro que tendría alguna palabra ingeniosa que nos haría reír, que nos haría reconfortarnos, tenía un don especial para hacerse querer…
Tu mujer, tus hijos, tus hermanos, tu familia y amigos te queremos y te tendremos siempre con nosotros. Siempre nos quedará tu arte y tu amor… Besos con sabor a pasteles de chocolate.
Coral.