23 diciembre, 2007

UN LUGAR EN EL UNIVERSO

Noche Estrellada - Van Gogh

Sé que existe un lugar en el Universo, en el que se amontonan desordenadamente las cosas bellas que no hemos sido capaces de dar. Un remoto rincón, que nadie cuida, repleto de buenos deseos que se ahuyentaron de nuestro aliento, de sonrisas furtivamente desleídas, de miradas extraviadas hacia ningún lugar y lágrimas contenidas que salaron nuestros ojos; un territorio atestado de caricias que nunca rozaron piel alguna, de abrazos que agonizaban poco antes de nacer, de balsámicas palabras que se suicidaron en nuestra garganta, despeñadas inútilmente en la oscuridad de un improductivo silencio.
Tal vez Dios efectivamente descansó aquel séptimo día, después de crear un Paraíso perfecto para un hombre y una mujer imperfectos; y supongo que desde entonces, en el lugar recóndito del que te hablo —acaso no lejos del asteroide B-612 de El Principito—, continúan acumulándose sin tregua ni concierto las sencillas historias cotidianas de amor y ternura que, abortadas por nuestra humana mezquindad, no nos hemos consentido vivir... Quizá, entonces, porque me resisto más que nunca a seguir perdiendo cuanto no sé o acierto a dar o compartir, hoy pretendo nombrarte de manera especial. Llevo un tiempo asomándome al mundo desde este alféizar y, consciente de lo mucho que te debo, he sentido la necesidad de hacerte presente, según me he levantado temprano para recuperar este texto, escrito a medias y olvidado en la oscuridad de un cajón. Después, mentalmente he configurado una lista que te incluye: la de los de casa, la de mis amigas y amigos, la de quienes dejáis vuestros entrañables comentarios y correos o anónimamente transitáis entre las líneas que milagrosamente traduce en palabras este complejo sistema de signos y guarismos que nos enlaza. He pensado en ti, y he salido de buena mañana a darme un dominical paseo con un humor estupendo, decidido a compartir contigo este sentimiento íntimo de ilusión por vivir...
Por todo esto, quiero ahora significarte y darte las gracias, porque me animas a no enviar las cosas que buenamente puedo dar, a ese retiro del universo del que al principio te hablaba: un lugar ignoto que no estará muy lejos del asteroide que un día abandonó el Principito y al que finalmente hubo de regresar, para seguir cuidando su delicada flor... Ese maravilloso Principito que todos y todas alguna vez hemos sido, y cuya feliz ingenuidad probablemente, todavía hoy, cobijamos en algún rincón soleado de nuestro corazón.
 
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