Solitudine - Vettriano
Me viene hablar de ti y cierro
los ojos, como si tal niño, con la íntima convicción de que nadie ahí fuera me
ve. Y aún me oculto para vagabundear por esos atajos que a ti me conducen y
deleitarme un rato contigo a solas. Porque, contigo a solas, me arrebujo en tu
recuerdo y acontecen los pequeños milagros del amor. Es entonces cuando se detiene
el reloj y también tu imagen se rezaga y consigo alcanzarte, tiro de tu mano y te
llevo casi en volandas a un rincón algo retirado, recién descubierto y sin embargo
predilecto, para comulgar de tus labios un tierno pétalo de vida...
Alguien dirá que es autocomplaciente
este amor que solvento en mis dietarios, páginas que se suceden como olas
mansas, batiendo en una orilla soleada de la añoranza; este amor templado y litúrgico, el
amor que aloja en mi pecho cuanto me das y cabe. Alguien, incluso, dirá que
este amor es irreal... Pero ambos sabemos que no es así. Y, cuando muestro una irisación
de su fulgor, pienso que nada importa lo que el mundo juzgue; que nada, lo que
se figure de esta alquimia que afina mis cuerdas íntimas y me obceca en dibujar
de ti siquiera un rudo esbozo fragmentario. Sí, lo que eres y lo que significas,
tu entrega, supone tanto...
Cae la tarde, caen las últimas
hojas de un calendario otoñal y urbano y, a fuerza de añorarte, casi siento tu
presencia: un aleteo en la mejilla, el besuqueo juguetón de una mariposa resplandecida
que me acaricia un instante, y que luego marcha y revolotea vivaracha a mi
alrededor... Entonces abro los ojos y observo la caligrafía reposada con que mi
pluma inicia su incierto peregrinaje a través del papel. Tomo de ti un recuerdo
prestado, la callada imploración que revelaba tu mano al rodear mi nuca antes
de partir; casi llego a sentir tu aliento en mi cuello, de cerca que estás... Pero
no te veo; y entorno de nuevo los párpados y vuelvo a aislarme, como si tal
niño. Reparo en estas imágenes vaporosas, en que me viene hablar de ti, en que te
pienso y lo escribo, y lo cuento... Y apuesto a que, cuando a ojos cerrados sonrío,
nadie ahí fuera me ve.