Acqua mossa - Klimt
Quisiera ser el mago que abre y separa cuidadosamente sus manos, haciendo que de ellas emerjan mil palomas, blancas como copos de nieve. Quisiera ser el niño que las mira boquiabierto, esperando que cada una de ellas vuele a lo más alto, hasta alcanzar el mismo cielo... Y quisiera ser el poeta que en cada paloma ve el copo, y en cada copo descubre un beso, y que bajo este cielo de azúcar mojado pinta la acuarela primorosa de tu reino. Quisiera ser cada uno de ellos, desde cada uno de ellos merecerte... y ser las palomas que te arrullan, los copos que livianos te rozan, los labios que arriban a tus mejillas y las sonrosan con su mimosa lumbre. Como quisiera ser, también, el promisorio sol de marzo que funde la nieve y coquetea con tu sombra cuando caminas, el espejo de un charco postrero que recorta furtivamente tu imagen, la vaharada que nace del echarpe que se recoge perfumado en tu cuello.
Quisiera ser...
Pero, siendo quien soy, me habrá de bastar con arrebujarte en mi pecho, embelesado en un trasueño que me vuelve mago, niño y poeta cuando te pretendo a mi lado. Y, en la quietud de esta mañana blanca, me contentaré con ser el jirón de un verso que flamea y rasga el escenario de la ausencia, para retribuir con un vuelo de palabras tu paciente espera. Así es que mis labios te nombran, comienzo a leer estas líneas y sólo deseo que te alcance mi voz, la sosegada rapsodia en que me deslío, para ser ante ti paloma, copo, beso, aire... y el sol tibio de marzo acariciando tu pelo.