Sólo se descubre un sabor a los días
cuando se escapa a la obligación de tener un destino.
-Emil Cioran-
cuando se escapa a la obligación de tener un destino.
-Emil Cioran-
Acabo de publicar en Internet El sabor de los días, una novela que no sé si será lo mejor, pero sí lo más costoso, de cuanto he llegado a escribir desde que aprendí a coger un lápiz, allá en el pleistoceno. Fue en una época geológica más cercana, ¡hace casi veinte años!, cuando emborroné sus primeras páginas, sin saber muy bien hacia dónde me llevaría el hilo argumental del que comencé a tirar. Llegué a hacer de ella siete versiones... y tuvo hasta tres títulos diferentes. Cansado de pelearme con cada una de sus páginas, terminé condenándola a la remota oscuridad de un cajón; yo, por mi parte, me hice el muerto. Una posición de la que, sin embargo, resucitaría para dar cuenta de ella un par de veces en este mismo cuaderno, y finalmente para revisarla con ganas, en el pasado mes de enero, revitalizado por la posibilidad de autoeditarla en Bubok.
Confieso que han sido los ánimos de cuatro estupendos (y poco imparciales) amigos, junto a un resto de vanidad que me queda, los que me han empujado a sacar la historia de Terenci Poquet a la luz, ahora que la tecnología nos brinda tan increíbles oportunidades. Pero, sobre todo, con ello lo que he querido es saldar la deuda que tenía contraída con el jovenzuelo aquel que la inició, vivió y soñó, con tanta fe como voluntad e ilusión... y que, de un modo muy presente, todavía vive en mí.
Gracias por vuestras visitas y por vuestra atención.
Juanan Urkijo Azkarate.