De Sorolla, la luz. Luz mediterránea a raudales, resplandeciendo sobre los blancos velámenes de las barcas y los vestidos de las mujeres en la playa, sobre los cuerpos desnudos de los niños, bañándose en la orilla del mar. En Sorolla, el protagonismo de la luz es absoluto, esa magia con la que supo envolver el dinamismo de las representaciones pictóricas que componen sus cuadros, siempre con presencia humana. Como hicieran los impresionistas franceses, su pintura de exterior (en plein air) refleja con viveza y realismo el paisaje levantino de finales del siglo XIX, en el que la luz y los colores vibran en un apacible ambiente costero y parecen conferir movimiento a las figuras que representa.
Supe de Sorolla, bien de pequeño, por los sellos conmemorativos de su obra que emitió la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. El hermano Ricardo P. (del colegio de La Salle, en el que estudié) me había iniciado en la filatelia y recuerdo que las series que más me gustaban eran las dedicadas a pintores españoles. Así fui conociendo a los Velázquez, Zurbarán, Murillo, El Greco... y de ahí probablemente nació mi interés por la pintura, aunque entonces yo debía de tener nueve o diez años.
Y, sí, ahí estaba también Sorolla y sus Niños en la playa. Nada se podía adivinar en los sellos esa locura suya por atrapar la luz, pero, con todo, siempre me parecieron pequeñas joyas que aún conservo clasificadas entre las páginas de alguno de mis viejos álbumes... y son por esto, sin duda, una pequeña parte de mí.
Supe de Sorolla, bien de pequeño, por los sellos conmemorativos de su obra que emitió la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. El hermano Ricardo P. (del colegio de La Salle, en el que estudié) me había iniciado en la filatelia y recuerdo que las series que más me gustaban eran las dedicadas a pintores españoles. Así fui conociendo a los Velázquez, Zurbarán, Murillo, El Greco... y de ahí probablemente nació mi interés por la pintura, aunque entonces yo debía de tener nueve o diez años.
Y, sí, ahí estaba también Sorolla y sus Niños en la playa. Nada se podía adivinar en los sellos esa locura suya por atrapar la luz, pero, con todo, siempre me parecieron pequeñas joyas que aún conservo clasificadas entre las páginas de alguno de mis viejos álbumes... y son por esto, sin duda, una pequeña parte de mí.