23 marzo, 2008

DENTRO DE MÍ

Persistencia de la memoria - Dalí

Dejo el libro que estoy leyendo, pongo música, me acerco a la ventana del estudio, levanto la vista al cielo vespertino de este marzo abriéndose paso a ráfagas de viento frío: Es de un gris homogéneo el cielo de hoy, como el azúcar mojado. «Adiós invierno...», me despido escuchando el sereno punteo de una guitarra; y pienso en el tiempo, no en el meteorológico sino en el que no ha de volver... Porque nada es tan terriblemente lejano como el pasado. Pienso en la calle que contemplo, en las largas hileras de tilos: decenas de tilos recios y desnudos, jalonando las aceras de mi paisaje más inmediato; pienso en las montañas neblinosas de allí, al fondo de todo cuanto llego a ver, recortando un horizonte recién nevado y difuso... Tengo la certeza de que todo está en su lugar. Si presintiese que mañana no pudiera volver a descubrir este cuadro tan habitual y hogareño, el escenario que se me ofrece se convertiría en algo único, precioso y entrañable para mí. Siendo conscientes, todo cuanto podemos perder adquiere un inusitado y mágico valor que nunca deberíamos despreciar. La lucidez nos mueve a contemplar y sólo entonces sentimos impostergable el deseo de retener cada momento como un aliento, respirándolo una y otra vez, por y para siempre...
Miro tras los cristales de la ventana, más allá de esta atmósfera y del momento, y siento que trasciendo. Registro un lugar desenfocado en mi retina, un lugar tan impreciso como íntimo que acaso ahora no existe como lo represento, pero que igualmente me pertenece: Lo ocupan las playas de mi vida, sus rocosos acantilados, los olores eternales a yodo y salitre del verano; esos lugares de arenas resplandecidas... Días que se alargan, saben a calores venideros. Pienso hacia delante y vuelvo hacia atrás; el haz y el envés de una vida incesante y plena, aún sin embargo a medio apurar. Pienso en la distancia, pienso en el tiempo, pienso en el vértigo. Pienso en las partículas de luz de la media tarde y en sus sombras, las sombras de un marzo gris...
Y sé que todo ello nunca me abandona; que viene siendo empapado por mis sentidos, extrañamente absorbido... Y nuevamente pienso que todo está en su lugar y que, por esto mismo, me pertenece de un modo antojadizo y singular; porque todo ello, definitivamente, se encuentra aquí dentro, tan dentro... Dentro de mí.
nte y plena, aún sin embargo a medio apurar. Pienso en la distancia, pienso en el tiempo, pienso en el vértigo. Pienso en las partículas de luz de la media tarde y en sus sombras, las sombras de un marzo gris...
Y sé que todo ello nunca me abandona; que viene siendo empapado por mis sentidos, extrañamente absorbido... Y pienso, nuevamente, que todo está en su lugar y que, por esto mismo, me pertenece de un modo antojadizo y singular; porque todo ello, definitivamente, se encuentra aquí dentro, tan dentro... Dentro de mí.

 
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