Vi a primeros de marzo La vida de los otros, una tan extraordinaria película que estuve en un tris de traerla al blog, por comentarla. En todo caso, uno de los muchos momentos emotivos que tiene es aquel en el que, uno de los protagonistas, lee el Recuerdo a Maria A., de Bertolt Brecht, sin saber que está siendo escuchado por la policía secreta de la Stasi, en la RDA. Hacía muchos años que no leía ese poema, y según llegué a casa lo desempolvé; y con él otros recuerdos. Es un diferente Brecht el que lo escribió: el más lírico. Y está estupendamente elegido, en el contexto de la trama. El poema puedo acercároslo, la película no; pero os recomiendo encarecidamente que no dejéis pasar la oportunidad de verla.
RECUERDO A MARIA A.
bajo la sombra de un ciruelo joven
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor? »
Debo decirte que ya no lo recuerdo;
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sé que un día la besé.
Y hasta el beso lo habría olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
Era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
Cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.